Los corredores, y en general todos los deportistas, solemos tener una mentalidad fuerte, determinada y resiliente. Nos acostumbramos a lidiar con el cansancio, el dolor y el esfuerzo como parte del camino hacia nuestros objetivos. Pero, a veces, esa determinación nos juega en contra cuando ignoramos las señales que nuestro cuerpo nos da. Y cuando el cuerpo habla, si no lo escuchamos, nos obliga a parar.
Una Experiencia Personal
El lunes pasado tuve un episodio de vértigo intenso que terminó en náuseas y vómito. Resultó ser un problema en el oído (aún estoy esperando los resultados de los estudios para un diagnóstico definitivo). La deshidratación fue tan severa que estuve a punto de ser hospitalizado, y aunque ya me siento mejor, sigo con mareos y sin poder manejar. Obviamente, correr no es una opción por el momento.
Este evento me obligó a tomar una difícil decisión: la siguiente semana era el Maratón Lala en Torreón, una de las carreras más esperadas del año, pero debido a mi condición, no podré correrlo. Y aunque es frustrante, también es una oportunidad de reflexionar sobre la importancia de cuidar la salud antes que cualquier reto deportivo.
Saber Cuándo Parar No Es Rendirse
Muchas veces nos sentimos invencibles, como si pudiéramos con todo. Nos duele algo, pero seguimos. Estamos agotados, pero nos empujamos un poco más. Pensamos que es solo un mal día o que con un poco de descanso será suficiente. Sin embargo, el cuerpo siempre manda señales de alerta cuando algo no está bien. Si no lo escuchamos, el problema puede escalar hasta el punto de obligarnos a detenernos de golpe.
Saber parar no significa ser débil ni rendirse. Al contrario, es una muestra de inteligencia y respeto hacia uno mismo. Es reconocer que, si bien el deporte es una pasión, la salud es lo más importante. No tiene sentido arriesgar el bienestar por una carrera más cuando hay muchas más oportunidades en el futuro.
Escuchar Al Cuerpo: Un Hábito Necesario
Aquí algunos puntos clave para desarrollar el hábito de escuchar al cuerpo y evitar problemas mayores:
Reconocer las señales: Fatiga extrema, mareos, dolor persistente, problemas digestivos o alteraciones en el sueño son indicadores de que algo no está bien.
No minimizar los síntomas: Pensar que "no es nada" y seguir adelante puede ser el error que nos lleve a una lesión o una enfermedad más grave.
Descansar sin culpa: Aceptar que el descanso también es parte del proceso y que no perdemos condición por tomarnos unos días para recuperarnos.
Buscar ayuda profesional: Si algo no mejora, consultar a un médico o especialista para obtener un diagnóstico claro y actuar de manera adecuada.
Reajustar los objetivos: No pasa nada si debemos modificar nuestros planes. Siempre habrá nuevas oportunidades para competir y mejorar.
En conclusión:
El cuerpo es nuestro mejor aliado, pero también tiene límites. No podemos exigirle más de lo que puede dar sin pagar las consecuencias. Cuidarnos y respetar los tiempos de recuperación nos permitirá seguir disfrutando del deporte a largo plazo.
A veces, la mejor decisión es parar antes de que el cuerpo nos obligue a hacerlo de la peor manera. Aprendamos a escuchar, a cuidarnos y a descansar cuando sea necesario. Porque al final, la verdadera meta no es solo cruzar la línea de llegada, sino mantenernos sanos para seguir corriendo muchas más veces en el futuro.
Sergio Olvera G. / Febrero 2025